Muchas cosas cambian para siempre, entre ellas nuestra capacidad de amar. Descubrimos una nueva forma de amor, un amor intenso, inmenso, desde las entrañas, que nos acompañará de por vida.
Un amor contemplativo. No nos cansamos de observar a nuestros bebés, de olerlos, de sentir su suave piel, de velarlos mientras duermen.
Es un amor tan grande y tan hermoso que me emociona poder ser testigo de estas historias de amor entre las madres y sus bebés. Me hacen recordar aquellos momentos con mi pequeña Irene recién nacida.
Que bueno es este amor!! Amor del bueno!!
precioso Patri! me has hecho llorar :') palabras y fotos hermosas! Besitos
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